miércoles, 11 de marzo de 2009

Yo tampoco entiendo!!!!


El anterior relato esta basado en un hecho de la vida real, cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia. No obstante, para dar fe de este fundamento, me gustaría agregar una anécdota más sobre esta teoría del narrador en los párrafos anteriores, ya que el fútbol es como el amor, solo un paso separa al sentimiento más lindo del más ruin (el odio).
Partido de Copa Libertadores, año 2003, Nacional pasa su grupo siendo segundo. Para octavos de final lo esperaba el poderoso Santos de Brasil, donde resaltaban dos pibes que hoy en día están en el salón de los privilegiados (Diego y Robinho).
El ex conjunto de Pelé devoro a sus rivales en la primera fase, y para no perder la costumbre, se cruza con un equipo uruguayo. Una vez más los malditos sorteos hicieron que nos topáramos con el “candidato”.
Estadio lleno, tribunas repletas de bote a bote para ver un partido sumamente perdible, pero allí estaba Nacional, ese equipo que muestra su resiliencia a cada momento, que surge de la adversidad como un sufrido hincha de Central de San José (aunque ellos festejan cada 20 años).
Esa noche el tricolor le quitaría la máscara al equipo de Villa Belmiro, pero antes…contemos lo peor.
Para no escapara a la filosofía de vida del uruguayo promedio, comenzamos perdiendo y sufriendo. Los brasucas nos pegaron el baile del año. Ricardo Oliveira fue figura convirtiendo dos goles para el Santos (el primero lo marco el rústico defensa Alex, y el tercero, Robinho), descontó Gabriel Álvez para dar en esbozo de esperanza a nuestros corazones, luego Peralta y Scotti alimentaron ese sentimiento, pero...
Sobre el sector derecho de la defensa de Nacional se encontraba el temible camerunés Angbwa Benoit (no lo conocía nadie hasta que se dijo que era primo de Geremi, jugador de la selección verde africana con paso en el Madrid y en el Chelsea), temible por lo negro, y por lo horroroso en su función. Esa noche, Benoit fue de los más puteados en la historia de Nacional: “Negro de mierda, marca a alguien”, “anda a cazar leones al África inservible” etc, etc…
Quiero invocar en esta situación una frase más vieja que el agujero del mate. “El Fútbol da revanchas”.
El bolso estaba desesperado, la gente en el estadio se quería matar, ya que luego de una épica remontada, una vez más se estaba abajo en el marcador.
El Mesías se hizo presente en el Estadio, el iluminado de Dios y el más puteado de la noche, Benoit que hizo un partido paupérrimo en defensa, empardaría el partido, y ahí… “dios es de color”, “Benoit, mi mujer te ama”, todo tipo de halagos bajaron de las cuatro tribunas.
A todo esto, yo tampoco entiendo nada, si pongo en la mesa esta situación y utilizo mi razón, seguramente me va a decir que estoy para internar, pero por suerte, el fútbol, puede sacarme de cualquier asilo y hacerme sentir que estoy vivo, ya que mi músculo más grande hace caso omiso a mi cerebro. El Fútbol es corazón, y si no lo sentís, no lo entendés (o no profe??)

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